Fuerteventura es famosa por su clima suave y primaveral durante todo el año, por la escasez de lluvia y por la presencia casi constante del viento.
Por lo general, el viento sopla desde el noreste, comienza a fines de marzo y alcanza su punto máximo a fines de julio, y generalmente se calma hasta desaparecer de septiembre a enero.

Una semana en el paraíso de la eterna primavera

A pesar de que estamos en febrero, llevamos alrededor de diez días viviendo el verano ideal: durante el día alcanzamos los 28 grados, el sol brilla y solo hay una agradable brisa que nos permite disfrutar del sol sin sufrir el calor.
El cielo está despejado, los colores del mar y del cielo son vibrantes y brillantes.
Los atardeceres son impresionantes: desde nuestra terraza parece que casi podemos tocar el mar, y cada noche disfrutamos del maravilloso espectáculo del sol sumergiéndose en el mar.
Si vienes de vacaciones aquí y te encuentras con una semana así, seguro que empezarás a pensar en volver, e incluso en mudarte, a Fuerteventura.
¿Y cómo culparte? ¿Cómo no enamorarse de Fuerteventura cuando es suave, acogedora, generosa y te permite disfrutar plenamente de su maravillosa naturaleza?

Una semana infernal

El año pasado en esta misma época llovía mucho y soplaban vientos fuertes. No llovía desde hacía 4 años y aquí, cuando llueve, llueve de verdad. No existen sistemas de drenaje que puedan contener el agua, que se desata impredecible, ruda e intensa: en pocas horas pueden inundarse pueblos y calles.
Se ven ríos de agua y surcos profundos creados rápidamente por su desbordamiento desde las montañas, arrastrando arena y tierra por las calles.

Las antiguas casas canarias como Alma Calma Hotel Rural fueron construidas con la sabiduría de quienes observaban y conocían bien cada fenómeno atmosférico de Fuerteventura, por eso no se inundan ni corren el riesgo de dañarse.

En cambio, las casas y apartamentos modernos suelen no estar construidos para resistir el agua; cuando llegan los fatídicos 5 días de lluvia al año, no es raro que llueva adentro.
En diciembre de 2018 tuvimos algunos días de viento con ráfagas de hasta 100 kilómetros por hora: la arena y la tierra en suspensión nublaban el cielo hasta hacerlo invisible.
El mar enfurecido mostraba olas espantosas. Por las calles volaban todo tipo de residuos, desde ramas y hojas hasta bolsas de plástico abandonadas o escapadas de manos descuidadas.
Si vienes de vacaciones aquí y te encuentras con una semana así, ni de broma volverás a Fuerteventura o recomendarás a otros que la visiten. ¿Y cómo culparte? ¿Cómo no querer huir de este lugar que se muestra tan inhóspito?

Calima: la arena del desierto del Sahara

En febrero puede llegar la «Calima«, un fenómeno meteorológico caracterizado por un viento caliente proveniente de África que lleva consigo un polvo arenoso denso y de color rojizo, que vuelve el aire turbio y pesado.
La arena traída por la Calima es muy fina, se mete en todas partes y tiñe el cielo de rojo, a veces incluso haciendo desaparecer el sol.
Por lo general, la presencia de la calima dura un par de días, pero en casos raros puede durar incluso una semana.
Hay quienes aman la Calima porque difumina los colores, oscurece la luz y transforma el paisaje en una acuarela.
Hay quienes odian la Calima porque cubre todo con una capa de arena y hace que el aire sea pesado de respirar.
Y hay quienes, como nosotros, la aceptan porque saben que es solo temporal.

El espíritu salvaje de Fuerteventura

Llevamos más de 10 años viviendo aquí y no recordamos un invierno igual que otro; de hecho, las demás estaciones también pueden ser muy diferentes entre sí de un año a otro.
Amamos tanto a Fuerteventura por esto mismo: su espíritu salvaje es lo que nos fascina, nos atrae y nos impide alejarnos de ella.

Ven y descubre Fuerteventura, dispuesta a sorprenderte con su belleza encantadora y capaz de aceptarla tal como es, hermosa y rebelde.

Alma Calma Hotel Rural cuenta con terrazas resguardadas del viento para que disfrutes del contacto con la naturaleza en todas las estaciones en Fuerteventura.
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