El mejor itinerario para descubrir la Isla de Lobos

Entre Lanzarote y Fuerteventura se encuentra una pequeña isla llamada Lobos, cuya forma sinuosa ejerce un encanto magnético.

Su naturaleza volcánica es evidente, especialmente al observar la Montaña de la Caldera, ubicada en el extremo noroeste de Lobos, con poco más de 100 metros de altura: vale la pena subir, acompañado por un guía como exige la normativa, porque desde su cima se disfruta de una vista imperdible.

Vistas desde la cumbre, Lanzarote y Fuerteventura ofrecen un espectáculo impresionante, realmente inolvidable, y las dunas del Parque Natural de Corralejo se muestran en todo su esplendor.

Recorrer a pie el sendero costero que rodea la isla es realmente una experiencia que hay que probar: partiendo desde el sur, es decir, desde el Puertito, una pequeña comunidad de pescadores donde se encuentra el único restaurante de la isla, se pasa por pequeñas lagunas de agua salobre donde plantas heroicas logran prosperar.

Luego se llega al Faro, en el extremo noreste, caminando entre rocas volcánicas oscuras, que se han convertido en el hábitat natural de muchos tipos de aves marinas.

Se puede regresar pasando por el paisaje lunar que ofrece el sendero más interno.
Después de subir a La Caldera, es realmente revitalizante darse un baño en Playa de la Concha (o La Caleta), una media luna de arena blanca y fina, con aguas transparentes y tranquilas que invitan a un chapuzón.

 

Los restos romanos en la isla de Lobos

Los arqueólogos han demostrado que ya en la época romana se extraía el tinte púrpura en Lobos, que se utilizaba para decorar vestidos y peinados de nobles y patricios (hay restos en Playa de La Concha que lo confirman).

Lobos debe su nombre a los numerosos leones marinos (aquí llamados «lobos marinos», ya que «lobo» es «wolf» en español) que habitaban antiguamente este pequeño rincón del paraíso, y que fueron completamente exterminados por los conquistadores españoles durante sus viajes de ida y vuelta a las Américas en la era colonial: se alimentaban de su carne, su piel se utilizaba para hacer zapatos y cinturones, y su grasa se aprovechaba.

 

Lobos y la amenaza de la masificación turística

Lobos es accesible tanto en los ferris de línea que llegan al embarcadero como en los taxis acuáticos, lanchas rápidas que entran directamente al Puertito.

El boom de turistas que literalmente están invadiendo la isla ha demostrado cuánto la codicia del hombre puede poner en riesgo un paraíso indefenso como Lobos.

La isla ha sido declarada desde hace tiempo un Parque Natural Protegido, Reserva Natural de la Biosfera, con normas que limitan a un máximo de 200 personas la afluencia diaria en la isla y prohíben caminar fuera de los senderos.

La prensa local ha destacado que, a pesar de que se prevé la emisión de un permiso para visitar Lobos y mantener a 200 visitantes al día, desde la primavera de 2017, el aumento de la demanda turística hacia Lobos ha llevado a más de 2000 visitantes diarios a la isla.

Las consecuencias de esta invasión son preocupantes: en Lobos no hay baños públicos, ni sistemas de tratamiento de aguas residuales, ni servicios capaces de delimitar y proteger los daños ambientales causados por miles de personas que van y vienen todos los días.

Los taxis acuáticos cargan y descargan cientos de turistas y, al entrar y salir del Puertito, esquivan milagrosamente a los bañistas que hacen snorkel, con los evidentes riesgos que esto conlleva.

Las instituciones locales comienzan a debatir sobre esto en estos días: espero que se apueste por el respeto de este espacio, y no solo por su explotación, que el hombre ha reservado para este paraíso desde la antigüedad.

 

Los delfines de la Isla de Lobos

El regalo más hermoso que se me puede hacer es llevarme mar adentro entre Lanzarote y Lobos para ver a los delfines: las emociones que estos animales me regalan son difíciles de describir.

A menudo pienso en cómo esta invasión de turistas puede destruir su hábitat, amenazarlos tanto como para convencerlos de huir, o peor aún, exterminarlos, como ya ha sucedido con los leones marinos.

Sé perfectamente que el turismo es una bendición para estas islas: ofrece empleo y permite a muchas personas vivir experiencias inolvidables visitando los paraísos naturales que tenemos aquí.