Tindaya, entre el mito y la realidad
La montaña de Tindaya es un lugar de increíble belleza, único, rico en historia, introspección y energía.
Aquí tenemos amaneceres tan emocionantes que parecen un sueño. A medida que sale, el sol es capaz de pintar colores extraordinarios: el cielo se tiñe de infinitos tonos de rosa, azul, amarillo, rojo, turquesa.
Y lo mismo sucede al atardecer.
La amplia vista desde nuestra casa hacia el horizonte, libre de edificios, fábricas y calles, se abre ante los ojos, mostrando perfectos juegos cromáticos, en sublime armonía unos con otros. Verás la caída del sol en el mar mientras las nubes crean formas nuevas y fascinantes en el cielo.
Lo que vemos desde aquí cada mañana y tarde nos conmueve: estas sensaciones son los regalos más preciados que se pueden recibir de un lugar.
Mi querida amiga Inma, una auténtica majorera (es decir, nativa de la isla), un día me dijo:
“Si quieres ver todos los días un espectáculo emocionante e inédito, siéntate en la misma piedra frente a la montaña sagrada de Tindaya al atardecer: detente en el mismo lugar, verás un paisaje nuevo y hermoso cada atardecer.”
Seguí su consejo y encontré mi lugar en el mundo.
Tindaya es el lugar que los aborígenes del antiguo pueblo Maho, los primeros habitantes de Fuerteventura, solían dedicar al culto y la espiritualidad en tiempos prehistóricos. En la zona de la montaña había más de 300 grabados podomórficos (es decir, que representaban siluetas de pies humanos), orientados hacia el punto del solsticio de invierno. Grabados como estos sólo se encuentran en Fuerteventura, Lanzarote y el norte de África, pero sólo la montaña de Tindaya recoge tantos.
Se desconoce el significado exacto de estos dibujos: se ha descubierto que los grabados de Lanzarote están orientados exactamente hacia Tindaya, mientras que los encontrados en Tindaya están orientados de forma extremadamente precisa hacia la puesta de sol en varias épocas del año. En el solsticio de invierno, coincide con la posición del Teide (volcán de Tenerife, la montaña más alta de España) y hacia la isla de Gran Canaria. Quedan muchos misterios por descubrir. La montaña de Tindaya es un lugar de increíble belleza, y también único, rico en historia, cultura, arte, magia, misterio, introspección y, ¡ay!, especulaciones y proyectos controvertidos.
En 1987 fue reconocida como Monumento Natural, pero esto no ha impedido su explotación: desde 1991 está transformada en cantera de la que extraer traquita, un tipo de roca volcánica. Esta actividad ha terminado, aunque ha dejado cicatrices visibles en la montaña.
La mayoría de las incisiones podomórficas son prácticamente invisibles a la luz del sol: por ello, sin darse cuenta y sin malas intenciones, simplemente con caminar, muchas de ellas han sido destruidas. Por eso, las instituciones han prohibido la ascensión y las visitas a la montaña de Tindaya: es necesario solicitar un permiso a la Consejería del Medioambiente para subir a la montaña, y solo se puede hacer acompañado de un guía.
Mi amiga Inma tiene razón: cada vez que miro la montaña de Tindaya, descubro nuevos y maravillosos paisajes: espero que su historia y su encanto encuentren la forma de resistir a la naturaleza codiciosa que muchas veces distingue a la especie humana.